Blogia
El Rondador Nocturno

Poesía

Puedes hacer varias cosas con esta luna...

Puedes hacer varias cosas con esta luna


contemplar su plenitud desde fotografías veladas


palpar sus rugosidades con manos de niño nuevo

 

medir su diámetro palmo a palmo


atravesarla con una mirada interrogante

y acariciar su lado más oscuro

 

alumbrarla con la oscuridad de tus deseos

 

agarrar sus esquinas con palabras que la definan

desde cero

 

moverla con una polea anclada en el mar

 

consolarla en las noches en blanco

 

cortar rajas de melón con su filo menguante

 

retozar con ella a la luz de mi amante

 

lo que no puedes hacer es darle protección solar.

Mapas

No importa el camino que me lleve

siempre que me devuelva

a la senda que te trajo.

Desde ahí,

provisto de tiempo,

cargado de andanzas,

llegaré.

El norte,

¿dónde está el norte?;

Busco el sur en los viejos mapas

y desespero. 

Más lejos aún

Que lejos están todos
de la respuesta.
Hablan de amores,
cuando el amor
no tiene plural,
cuando sólo es uno,
eternamente indivisible.
Recogen los desperdicios
que una vez
ellos mismos tiraron,
creyendo inservible
el material encarnizado
del que estaban hechos.
Luchan -,como yo lo hago,-
por comprender que
nada es ajeno,
que todo está dentro,
perennemente.
Se autoinmolan,
se creen mártires,
predican en el desierto
de su inconsciencia,
gritando su error,
alabando su codicia,
que es la de todos.
Y qué más dará
que la respuesta
esté ante sus ojos,
cerrados antes ya
del postrer suspiro.
La locura,
necesario estigma de
la lucidez extrema,
fluye en pocos corazones
henchidos, eso si, de amor;
irrefutable prueba de
la paradoja
que nos aturde.

Lejos

Lejos, muy lejos

En los arrabales de la esperanza

Donde el dolor no es más

Que la perdida huella

De un sueño negro.

 

Muy lejos

Allá donde las rocas

Frenan el impetú

De un mar

Que muere de fe.

 

Las lágrimas huyen

Descarriadas

Por los senderos

Ebrios de musgo

Vivo.

 

Un sonido se escucha...

 

Allá, allá a lo lejos...

 

Una voz, un susurro,

O un grito que muere

Antes de nacer,

Ahogado,

exhausto.

 

Nada hay ya a lo lejos.

Todo se queda aquí.

Indolencia temeraria

La indolencia por fin me ha sometido.

Al comienzo me resistí;

luego me acompañaba;

Y ahora está dentro de mí.


La indolencia se parecía a

Sus cabellos rubios, a su

Piel alegre, a sus labios ciegos.

Y me engañó. Penetró

Por donde llega la dicha

Y el dolor,

La sangre y la muerte,

Esa muerte obsoleta.


Yo, que hubiera cometido

el Más necio de los delitos

Por ser preso de sus brazos.

Yo, que quise armar mi cuerpo

Con su cuerpo

Para defenderme de la soledad,

He encontrado una soledad más grande:

La suya,

La de su indolencia,

Mi indolencia.